domingo, 7 de febrero de 2010

Los microrrelatos ganadores del concurso

Tras las fotos del otro día, en este post vamos a reproducir los dos textos ganadores del I Concurso de microrrelatos Shantí Vasundhara. Antes, y tal y como alguno de vosotros nos ha pedido, vamos a poner la lista completa de finalistas.

Finalistas:
“Vertederos de amor” : Mariángeles Rodríguez Alonso
“La insoportable brevedad del ser”: Alejandro López Pérez
“El pulmón”: Alfonso José García Alonso
“Pastor de ojos grises”: Ginés Sánchez Muñoz
“La ausencia”: Matilde A. García Nicolás
“Incorregible”: Ana Victoria Orenes Vera
“29 de Noviembre de 2006”: Laura Escudero Cuenca
“La familia Devilbys”: Pedro Sánchez Martínez
“Desde que te conocí”: Enrique Martínez-Useros Mosquera
“La Divina Comedia”: Alejo J. Lucas López
“Segunda ley”: Carlos Egio Rubio

Primer premio: "El rompeolas de madera" de Marta Molina Marín

Las olas no pueden más que llegar a la orilla, una y otra vez, hasta cansarse; recorrerla y perderse por la arena, hacia abajo, como una manta que filtra el aire y te hiela. La naturaleza de una ola consiste en devenir del interior del mar hasta la playa: viene y se va, viene y se va...
Siempre sentí debilidad por las olas que morían antes de alcanzar la arena, por las que se perdían en la marejada y rompían contra los barcos, o eran tan pequeñas que se confundían co
n otras olas. Por eso al verlo ahí, apoyado en la barra, casi acostado, ahogado en la espuma de la cerveza que iba y venía de adentro del vaso a su boca de orilla a su boca de mar sedienta, llena de arena y caracolas, de esas que cuando te besan dejan pasar el aire y te hielan, me vino un soplo de sal y quedé como Sara petrificada, condenada a mi misma y perpetua figura.
Un rompeolas, eso era la barra. Un rompeolas en el que chocar y morir. Sus oj
os ocultan otro mar roto, lleno de fluir de las olas. Están a punto de desatarse en una tormenta. Oigo de lejos el rumor de agua y creo sentir el himno amargo de una sirena vieja y abandonada. Me vienen tangos de marineros que perdieron la vida en su mar, que extrañan la tierra firme y el fuego de la casa. Por un momento siento el impulso de romper a llorar, de correr a su lado y lanzarme al agua. Me veo a mí misma empapada, de los pies a la cabeza. Me levanto para ir hacia él, pero me mareo y me vuelvo a sentar... yo no soy un rompeolas y además estoy muy, pero que muy, borracha.

Segundo premio: "Rutinas" de Eric Fernández-Luna

Es el nuestro un romance nocivo. Cada tarde, acudo religiosamente al café en el que ella trabaja. La rutina me conduce
a actuar con la precisión de un mecanismo de reolojería suizo. Entro al local cuando el tipo orondo, de ojos claros y aspecto desaliñado termina su copa de coñac y se dispone a marcharse. Ella lee la prensa diaria con aire distraído. Páginas 54 y 55, televisión y espectáculos. Ocupo el mismo taburete de siempre, al final de la barra. Un americano, un cortado... cerveza, en ocasiones (aunque, por lo general, prefiero evitar el alcohol: no me gustaría que pensara que soy uno de esos idiotas que comienzan a trasegar lingotazos, para terminar incordiando a las camareras con ebrias suspicacias). Disfruto contemplando su trasero, que se aleja, mientras doy el primer sorbo a mi consumición. De camino siempre prende un cigarrillo, y es entonces, cuando ese cilindro que humea entre sus dedos deja de ser una causa de mortandad entre millones de personas. No, no es nada de eso. Es el transporte de los besos que ella se reservó. Y, ese humo, ahora me pertenece. Es mío. De soslayo, veo encrespadas volutas surcando la barra del bar, hasta instalarse bajo mis fosas nasales. Recorren mi laringe de paso hasta mis pulmones. Me gusta ser su fumador pasivo. Soy adicto a sus bocanadas. Lo nuestro es tan efímero como el humo con el que me alimenta, pero deseo fervientemente todo el año que éste me puede procurar.

1 comentario:

DANIEL SÁNCHEZ BONET dijo...

Los dos estan bien escritos, pero no son realmente microrrelatos, entendidos como género literario con sus propias reglas y estructuras.
Son más bien descripciones de momentos, pero bueno es lo que impera ahora en la red.

De todos modos, he de felicitar a los ganadores porque sus textos son bellos y poéticos, aunque no microrrelatos. Falta ese giro final y son textos que sugieren sí, pero no silencian, es decir, no dejan al lector quien sea el sujeto activo que llene por sí mismo lo que se silencia en el texto. En este caso, el texto ya lo dice todo.

Pero, son justos ganadores porque así lo eligió el jurado. Enhorabuena.