martes, 14 de octubre de 2008

Poesía en el aula


La naturaleza

Tristeza dulce del campo...
la tarde viene cayendo;
de las praderas segadas
llega un suave olor a heno.

Los pinares se han dormido;
sobre la colina, el cielo
es tristemente violeta;
canta un ruiseñor despierto.

Vengo detrás de una copla
que había por el sendero,
copla de llano, aromada
con el olor de este tiempo;

una copla que lloraba
no sé qué cariño muerto,
de otras tardes de septiembre
que olieron también a heno.

Juan Ramón Jiménez
Pastorales, 1905.


Sólo tu amor y el agua

Sólo tu amor y el agua....Octubre junto al río
bañaba los racimos dorados de la tarde,
y aquella luna odiosa iba subiendo, clara,
ahuyentando las negras violetas de la sombra.
Yo iba perdido, náufrago por mares de deseo,
cegado por la bruma suave de tu pelo.
De tu pelo que ahogaba la voz en mi garganta
cuando perdía mi boca en sus horas de niebla.
Sólo tu amor y el agua...El río, dulcemente,
callaba sus rumores al pasar por nosotros,
y el aire estremecido apenas se atrevía
a mover en la orilla las hojas de los álamos.
Sólo se oía, dulce como el vuelo de un ángel
al rozar con sus alas una estrella dormida,
el choque fugitivo que quiere hacerse eterno,
de mis labios bebiendo en los tuyos la vida.
Lo puro de tus senos me mordía en el pecho
con la fragancia tímida de dos lirios silvestres,
de dos lirios mecidos por la inocente brisa
cuando el verano extiende su ardor por las colinas.
La noche se llenaba de olores de membrillo,
y mientras en mis manos tu corazón dormía,
perdido, acariciante, como un beso lejano,el río suspiraba...
Sólo tu amor y el agua...

Pablo García Baena
Rumor oculto, 1946.


Que los alumnos de la ESO lean poesía es difícil, cuando no misión imposible. Pero hay veces que uno consigue ese momento. Es breve, pero de repente, y aunque ellos lo nieguen luego, mientras les lees poemas, mientras les recitas, entonando, versos, se hace un silencio (inusual) en el aula y entonces te das cuenta de que tienes 30 pares de ojos y de oídos frente a ti, que te escuchan y te miran sin despistarse por la ventana.
Luego vuelve la rutina del comentario de texto, de las metáforas, el contenido y la métrica y todo vuelve a lo de siempre: "maehtra, ehto eh un rollo". Yo no puedo decirles que es verdad, que es un rollo y que aprovecharíamos más el día si sólo les leyera poesía, porque, aunque ellos no lo reconozcan, han sentido algo (aunque no entienderan su significado) cuando han oído los versos
y de eso se da cuenta una profesora

(por muy novata que sea).

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